8 de julio de 2011

La Tejera de Tosande

P1260757En vez de mostrar los enormes troncos de los milenarios tejos de la Tejera de Tosande, en la llamada Montaña Palentina, he preferido ilustrar el comienzo de esta entrada con una pequeña esperanza. No se trata de un tejo nuevo ni joven, más bien parece una rama afortunada de un tejo pretérito o más bien una nueva planta que aprovecha un claro del bosque para medrar a partir del pie caído de un antiguo tejo.

P1260743 Es la Tejera (o Tejal) de Tosande lo que de forma un tanto pedante se denomina un bosque mágico: por el ambiente de penumbra que proporciona, por la prolongada edad de sus árboles, por las características estéticas de sus rugosos y llamativos troncos y por las propiedades asociadas al propio tejo (fundamentalmente las relacionadas con su toxicidad). Pero es que además esta tejera es también especial por su valor.

P1260749 El tejo es un componente ciertamente frecuente en la orla arbustiva o incluso arbórea de algunas comunidades de bosques de la región eurosiberiana, en particular de los más habituales: robledales y hayedos. Pero es más infrecuente su presencia formando bosquetes. Sin embargo, en la región mediterránea sí que puede presentarse de esta forma, pero sólo en las laderas más umbrías y húmedas.

En este sentido, la Montaña Palentina ejerce de límite entre una y otra región biogeográfica y el Parque Natural de Fuentes Carrionas – Fuente Cobre se beneficia directamente de esta situación dado que, como suele pasar, la diversidad y la riqueza son mayores en estos puntos calientes tradicionales que son las zonas de convergencia entre regiones o comunidades.

Por eso este bosque es especial. Es un bosque de tejos milenarios umbroso, tranquilo, con árboles dañados, rugosos, amplios, viejos. Casi 800 pies de Tejo (Taxus baccata) que, en algunos casos se calcula que puedan superar los mil años de edad por el diámetro de sus troncos (hasta el metro y medio en la base de alguno de ellos). Un bosque de hoja perenne encerrado entre las verdísimas frondas de las hayas que lo circundan y que los dejan a la vista de todos cuando las hojas de las hayas caen en invierno y son las oscuras copas de los tejos las únicas que aportan color al bosque invernal.

P1260740 Y hasta aquí nos hemos acercado como el resto de caminantes que siguen la Senda de la Tejera de Tosande. Y nosotros, como los demás, nos beneficiamos de una situación polémica: la tejera es un bosque muy sensible, el arbolillo con el que se abre esta entrada es símbolo de esperanza porque la gran mayoría de los tejos del bosquete son muy, muy longevos. La tasa de renovación de la especie es reducidísima, hay muy pocos ejemplares jóvenes. Y los que hay suelen caer bajo los dientes de corzos, ciervos y jabalíes, de caballos y ganado vacuno o bajo las pisadas de los senderistas.

Por eso se protege con especial cuidado a estos brinzales nuevos de tejo, con las vallas aislantes correspondientes. Aquí y allá aparece algún ejemplar protegido, pero no son muchos. Y, para complicar la situación, la Junta de Castilla y León tomó una decisión de la que nos hemos beneficiado nosotros directamente pero que pudiera perjudicar en exceso a los tejos.

La Senda de la Tejera de Tosande no sólo está perfectamente identificada y su acceso facilitado (de hecho, como se suele decir, no se puede defender lo que no se ama y no se puede amar lo que no se conoce) sino que la propia tejera está recorrida por un camino de madera levantado sobre el suelo.

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El tejo es un árbol muy sensible. Son muy habituales las noticias referentes a muertes de tejos milenarios al realizarse obras en las cercanías de una iglesia antigua. El tejo, por ese carácter mágico al que los guerreros de las tribus celtas asociaban incluso sus vidas, solía ser lugar sagrado y zona de encuentro de muchas comunidades prerromanas. El cristianismo se aprovechó de esa situación y ubicó muchos de sus primeros templos cerca de los tejos centenarios donde los pueblos por evangelizar tenían costumbre de mostrar sus creencias. Las raíces de estos tejos, hoy en día milenarios, sufren las acometidas de la maquinaria de obras que no se han planificado teniéndoles en cuenta. Estas raíces son superficiales y a poco que la máquina las aplaste, pise o arranque el tejo centenario acabará muriendo aunque no se le haya tocado una sola hoja.

P1260754 De ahí lo que sorprende que en esta prodigiosa tejera se haya instalado, en su suelo, una infraestructura que permita el paso de los caminantes. Es cierto que se evita el paseo indiscriminado por la propia tejeda pero no sé bien a qué precio. Tampoco se si la mejor opción es el cierre del bosquete al público generalista pero espero que este recorrido “por encima” de la tejeda suponga la menor ocupación posible.

P1260737En cualquier caso, ésta no es sino una de las medidas tomadas por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta para paliar los efectos negativos que padece la Tejera y luchar por su restauración.

Otra es la protección contra el ramoneo de plántulas mencionada anteriormente a las que hay que añadir la plantación de bosquetes a partir de semillas de la propia tejeda, la plantación perimetral de otras especies que sirvan de pantalla frente a los vientos que pudieran derribar tejos longevos débiles o la limpieza de la gran cobertura de hayas en la propia tejeda (la competencia del haya es muy fuerte en esta zona y si se quiere proteger a los tejos es necesario controlar el grado de ocupación de las hayas).

Con todo, la medida más sorprendente es la recogida y retirada de brinzales de primer año de la propia tejeda para evitar que se los lleven los visitantes. Sí señor, en la época de los viveros, con lo relativamente poco que cuesta llevarse un precioso tejo a casa por un precio módico aún hay salvajes que prefieren llevárselo de sitios como la Tejeda de Tosande.

P1260772Y es que los tejos son unos árboles realmente bellos. Las tejedas no son sino una reliquia, un bosquete relicto de épocas pretéritas que desaparecieron ya. Como lo hicieron los bosques de coníferas de la Era Terciaria de los que estos tejos eran partícipes. Ahora aparecen fugazmente y en muchos casos de manera relicta.

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Desde hace cientos de años se conocen las propiedades tóxicas del tejo. Quizá baste con ver su savia roja para estar alerta (como si de una ranita venenosa se tratase). Y, curiosamente, sus arilos rojos, la estructura carnosa que recubre la semilla del tejo, son los únicos verdaderamente no venenosos frente al resto de bayas peligrosas del bosque. No así sus hojas, su corteza, su savia: contienen un potente alcaloide, la taxina y un glucósido igualmente tóxico, la taxicantina cuyos efectos sobre el corazón y el sistema nervioso son especialmente rápidos. P1260729Como comentaba antes, los guerreros celtas (se menciona expresamente a astures y cántabros) utilizaban una solución basada en las semillas del tejo para acabar con sus vidas cuando eran capturados por la Roma de Augusto en las guerras cántabras de principios del siglo I de nuestra era.

Lo cual no quiere decir que del tejo se obtengan importantes productos con fines medicinales como el conocido taxol que se utiliza en tratamientos anticancerígenos.

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El sotobosque de la tejeda es más bien ralo, está cubierto de hojarasca (a veces también de musgo y líquenes, como los troncos) y aquí y allá aparecen matas de Lechetrezna de bosque (Euphorbia amygdaloides, posiblemente), hiedra (Hedera helix) y numerosas herbáceas. Y, además de hayas y de vez en cuando algún avellano, pocos árboles más salvo algunos preciosos mostajos (Sorbus aria) aislados en las partes con más luz del sol directa. Estamos en plena primavera, una primavera explosiva y los mostajos están echando la flor: y la están echando con ganas. Los mostajos, arbolillos que sólo ocasionalmente superan los 20 metros de altitud y que suelen ser más modestos en su porte, suelen aparecer como pies aislados en bosques de los más variados tipos, preferentemente caducifolios.

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Y es que es más probable que este mostajo sea parte del cortejo arbóreo del hayedo que de la tejeda. El hayedo de Fagus sylvatica, también en todo su esplendor, rodea totalmente al tejo y, como he comentado anteriormente, requiere incluso de cierto control para que no termine asfixiándolo.

P1260722 P1260717 En el hayedo, de árboles predominantemente jóvenes pero ya lo suficientemente altos y cubiertos de hoja, son pocos los árboles y arbustos que pueden tirar para delante en el ambiente nemoral que se crea.

Algún acebo, algún mostajo, aquí y allá un avellano o un majuelo y, por supuesto, algunos pies de tejos longevos pero el estrato arbustivo está prácticamente desaparecido. Sí tiene presencia el estrato herbáceo, sobre todo con plantas aisladas de hiedra de la lechetrezna de montaña mencionada antes. También alguna puntual mata puntual de Daphne laureola (aunque me puedo equivocar) y, sobre todo, algunos Helleborus viridis y Arum maculatum aquí y allá.

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P1260710Pero es en el margen del hayedo donde se da una mayor diversidad de especies vegetales, es cierto que muchas probablemente invasivas o antropizadas pero, además de los ya mencionados eléboros y lechetreznas, aparecen numerosas retamas, piornos en flor, majuelos, avellanos, mostajos, gamones y hayas de pequeño porte.

Tan antropizado que en realidad se ha convertido en poco menos que una maravillosa pradera donde pasta el ganado vacuno y caballar y por donde los senderistas se ocupan más de admirar la preciosa primavera que están disfrutando que de recodos y requiebros propios de otros recorridos.

Los caballos, las vacas, las ovejas aprovechan estas zonas de pastizales que no son más que parte del complejo mosaico de pastos, hayedos, roquedos y matorrales que dan cobijo a numerosas especies de flora y fauna que, por un lado, facilitaron la creación del Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente del Cobre y, por el otro, posibilitaron el uso por parte del hombre de estas tierras de muy diferentes formas, desde la madera de los tejos hasta pastos para las ovejas trashumantes, desde pequeñas explotaciones mineras hasta lugares de enterramiento para los pobladores del neolítico.

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El acceso hasta llegar a la Tejera de Tosande es, sencillamente, precioso.El recorrido se inicia en un aparcamiento situado entre las poblaciones de Cervera de Pisuerga y Guardo. Se ha aprovechado la instalación para disponer un pequeño arboreto y unos pocos paneles informativos sobre lo que se va a ver en adelante.

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A partir de aquí hay una pequeña bajada hasta cruzar el ferrocarril de LA Robla, por donde pasaba la línea entre Bilbao y León. En este lugar, los numerosos sauces anuncian la presencia del Arroyo de Tosande que, en pleno mes de mayo, lleva bastante agua. Muchas especies de plantas y animales la aprovechan.

P1260596 En un cable trina un Escribano cerillo (Emberiza citrinella), un macho con su cabeza y vientre amarillos, el pecho ocre y finalizando su repetido trino con otro agudo y prolongado.

En el suelo vemos el cadáver de una musaraña y numerosas lagartijas roqueras  (Podarcis muralis) y alguna Lagartija Ibérica (Podarcis hispanica) muchas veces difíciles de diferenciar (así que, ante la duda, las pongo a ambas). Poca fauna más a lo largo del camino, la verdad.

Caminamos en paralelo al arroyo de Tosande. Ya hay blancos majuelos en flor, amarillos piornos, botones de oro y juncos en la orilla. P1260633Es el Valle de Tosande el objetivo y se pasa por una mina abandonada y por un estrecho paso realmente bello de roquedo calizo. Antes de él y después, jóvenes melojos rodean la senda. Entre las rocas se apunta algún acebo, algún agracejo (Berberis vulgaris) con sus amarillentas flores en racimo –que tapan sus espinas-, algún majuelo y los primeros eléboros verdes (Helleborus viridis).

En poco tiempo pasamos por tres tipos de formaciones arbóreas: encinares, robledales y el hayedo que albergará los tejos de Tosande. En el camino de este luminoso día nos deleitamos buscando las primeras hayas entre los Quercus, contrastando el amarillo de los piornos con los diferentes colores de las muchas especies de florecillas anuales que se asoman por el camino.

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En un recodo del río una amplia población de jacintos (Hyacinthus sp) saluda la mañana mientras en las cercanías van apareciendo las flores colgadas de Polygonatm odoratum o las llamativas flores de la Aguileña (Aquilegia vulgaris). Jarillas, nazarenos… es una época para disfrutar paseando por el campo.

Y no sólo flores: pronto enebros rastreros y brezos ocupan el lugar de las pequeñas matas de encina como paso previo a la preponderancia del hayedo, la antesala de la Tejeda de Tosande.

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