15 de julio de 2011

El bosque fósil de Verdeña

clip_image002Visto así, tal cual en el campo, no parece que sea nada más que las formas al más puro azar que forma la arenisca de esta pared vertical cercana al municipio de Verdeña, en Palencia. Hay que tener los ojos muy entrenados para poder interpretar que lo que estamos viendo no es sino el rastro, la huella de una catástrofe que sucedió hace millones de años. Y sus víctimas, al menos aquellas de las que hay pistas, fueron los árboles de un bosque del Carbonífero.

clip_image004Hace 300 millones de años un bosque de Sigillarias y Cordaites situado cerca de un delta fue, literalmente, arrasado por una fuerte y repentina inundación que arrancó los troncos de los árboles que allí crecían, dejando huérfanos los tocones con las raíces, algunos de árboles realmente longevos.

Se trataba de una comunidad floreciente, una zona costera con condiciones suficientes como para albergar ambientes lacustres, bosques de zona húmeda y playas.

Estamos en el Carbonífero, en plena Era Paleozoica, origen de las masas de petróleo y carbón que nuestra derrochadora sociedad necesita ahora como el comer. Es un periodo con una concentración especialmente alta de Oxígeno en la atmósfera (sobre el 35%, según wikipedia) lo que favoreció el crecimiento sostenido tanto en superficie como en altura de numerosas especies de helechos arborescentes y primitivas gimnospermas. Entre ellos destacan, entre los primeros, los Lepidodendron y las Sigillaria; entre los segundos, las especies del género Cordaites.

clip_image006Y ambas especies, Cordaites y Sigillaria están presentes en nuestro bosque cercano a la playa, ese bosque que hace fue arrasado hace 305 millones de años consecuencia de un fuerte movimiento sísmico (algo tendría que ver la falla tectónica sobre la que se encontraba) que hundió la zona costera sobre la que se asentaba. Y es que el Carbonífero es un periodo muy activo en muchas cosas, en la activa colonización de insectos y anfibios de la tierra firme (las famosas libélulas gigantes pululaban entre bosques como el nuestro) pero también activa desde el punto de vista tectónico pues aquí se fraguó el supercontinente Pangea a partir de la llamada Orogenia Hercínica. Por cierto, no faltaron grandes glaciaciones que cubrieron gran parte del megacontinente…

clip_image008Y mientras tanto, en este apartado lugar de uno de los continentes que luego formarían Pangea, nuestro bosque fue arrasado por el mar. Cuando el tiempo pasó, todo volvió más o menos a la normalidad y un nuevo delta ocupó el antiguo y nuevos bosques crecieron sobre los restos de los arrancados por el seísmo.

Los restos de estos nuevos bosques (de las mismas especies que antes) asentados año tras año, siglo tras siglo, milenio tras milenio en las someras y tranquilas aguas de zonas lacustres cercanas al delta conformarían en el futuro que es hoy los depósitos de carbón que un buen día serían explotados a cielo abierto en un monte al oeste de Verdeña (Palencia).

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Y desde allí salimos a la búsqueda del bosque fósil por una senda no demasiado bien identificada (únicamente en el panel inicial) de apenas 3 kilómetros pero, eso sí, atravesando paisajes asombrosos. El recorrido se hace en poco menos de una hora y media y es muy cómodo.

Se comienza atravesando el pueblo (intuitivamente, la verdad, pues como ya digo la señalización es pobre). Se cruza hacia el oeste, pasando por bonitas casas de piedra y una fuente antigua para terminar recorriendo un antiguo canal de agua bajo la sombra de los árboles de la zona. Detrás comienza a vislumbrarse una vista realmente bonita, acrecentada por la espléndida primavera que hemos vivido en 2011.clip_image016clip_image018

Un bosquete de melojos jóvenes acoge un sotobosque herbáceo bastante extendido en el que destaca algún Arum maculatum, algún Polygonatum odoratum e incluso alguna Fresa espontánea entre un verdor aprovechado por las preciosas babosas negras del género Arion tan características de los parajes del norte peninsular. clip_image012

clip_image014También hay flores espléndidas, no sólo las amarillas de las matas de piornos o las rosadas de los brezos (muy probablemente, Daboecia cantabrica), sino también preciosos narcisos y orquídeas de varias especies, todos ellos enmarcados en un paisaje espectacular.

clip_image020Y entonces llegamos al bosque fósil y, a pesar de haberlo leído anteriormente, nos quedamos sorprendidos al encontrar una pared vertical repleta de grietas. El bosque es vertical y no es un concepto fácil de asimilar… en aquella explotación a cielo abierto se retiró una capa de carbón y apareció esta pared de arenisca vertical y, milagro, se conservó y ahora está expuesta a los interesados.

clip_image022Por cierto, los paneles informativos que informan sobre el yacimiento están en un estado deplorable. Sé que estamos en plena crisis económica y que el dinero se debe dedicar a aspectos más importantes que un yacimiento en medio de ninguna parte, pero la impresión es pésima. No lo es tanto tratar de interpretar la pared, lo que rápidamente se convierte en un reto.

clip_image024La capa de carbón ocultaba un suelo de vegetación fósil que en su momento ocuparon troncos caídos y tocones con raíces abandonados. Estas estructuras pasaron a convertirse en marcas estrelladas (los tocones) y en marcas longitudinales (los troncos) que hay que buscar entre el sinnúmero de grietas de la pared. Como comentaba anteriormente, pertenecieron a dos géneros de plantas bien diferentes.

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En primer lugar tenemos a las Sigillaria (a la izquierda), pertenecientes al grupo de los licófitos, criptógamas de los que hoy en día quedan fósiles vivientes como las Selaginellas, el Isoetes o un grupo amplio de licopodiales (todas ellas, en cualquier caso, de porte herbáceo, muy alejadas de las altísimas Sigillarias que poblaban los bosques del Carbonífero tardío (de 20 a 30 metros de altura se les calcula).

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Entre las Sigillarias encontramos Cordaites, (a la derecha) mucho más parecidas a las coníferas actuales. Ambas especies de plantas (que no árboles entendidos como los actuales) dejaron las huellas de sus sistemas radiculares en las marcas en estrella más visibles en el muro.

Estos sistemas de raíces (llamadas Stigmarias) son muy típicos de los bosques de licopodios del Carbonífero y consisten en una serie de raíces principales (las Stigmarias) que se van bifurcando progresivamente y en las que se insertan unas estructuras denominadas “raicillas”.

clip_image026Algunos expertos identifican dos generaciones de tocones en función del tamaño de las marcas estrelladas. De hecho, han identificado una mayor proporción de marcas pequeñas, que denotarían plantas jóvenes en crecimiento y competición por el sol, frente a otras grietas mucho más grandes que pertenecerían a una generación mucho mayor de plantas y cuyo tamaño impediría a los jóvenes salirse con la suya (y por eso los jóvenes están más desperdigados y los tocones grandes más ordenados).

P1260855 Otra teoría indica que los jóvenes crecieron cuando los mayores ya habían muerto y ocupaban el espacio disponible que dejarían las enormes raíces de éstos (que podían llegar a medir hasta 5 metros de diámetro).

Entre las marcas en estrella llaman la atención las huellas longitudinales de troncos, presuntamente segados por la catástrofe que arrasó el bosque (y dispuestos en su misma dirección). Hay incluso un tronco con una rama en la que es, se supone, más fácilmente visible esta dirección de arrastre.

Dejamos atrás la pared fósil para reencontrarnos con la belleza del paisaje actual con vistas maravillosas como las del Mirador de La Pernía desde el que se pueden ver en días claros las cimas más elevadas del macizo central de los Picos de Europa. Los renacuajos de sapo en las charcas, el colorido mixto de los brezales, las hojas verdes y tiernas de los melojos y las estructuras calizas que afloran en los campos no son sino la esencia de la Montaña Palentina, que tantas y tan curiosas cosas puede ofrecer.

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