28 de marzo de 2011

Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica… para viajeros con prisas

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Si sólo tienes un par de horas para recorrer el Museo de Arte Antiguo (que forma parte del conjunto de Museos de Bellas Artes de Bruselas, http://www.fine-arts-museum.be/), en las tiendas del Museo te venden un pequeño libreto con “Las 20 obras maestras del arte de la pintura” (son un pelín ombliguistas en este sentido, no hacen mención a que son 20 obras de este Museo…).

Y así, dado que el Museo Magritte estaba cerrado por obras, recorrimos en breve tiempo las salas de este precioso museo en busca de esas 20 obras (y alguna más que salió a nuestro encuentro). Y en esta entrada, quedarán reflejadas aquellas que más nos gustaron. El recorrido es sencillo, pues prácticamente se realiza en el primer piso del Museo, en las galerías laterales del gran patio central.

P1250457El recorrido comienza con los primitivos flamencos y continúa, desde el siglo XV al XVII mostrando obras maestras de pintores franceses y de los Países Bajos. Al fin y al cabo, la colección procede de donaciones francesas y de las obras de arte confiscadas durante la revolución.

imageRogier van der Weyden, Petrus Christus, Dirk Bouts, Hans Memling y El Bosco, entre otros, nos reciben con sus mejores galas en las primeras salas. Estamos en el siglo XV y los Países Bajos se encuentran en un buen momento.

Los Duques de Borgoña, desde Brujas, ejercen una poderosa labor de patronazgo de las artes. De ahí, por ejemplo, el Retrato de Antonio de Borgoña, pintado por Rogier van der Weyden a mediados del siglo XV. A Antonio de Borgoña se le llamó “el Gran Bastardo de Borgoña”, pues de los muchos hijos ilegítimos de Felipe el Bueno, éste fue uno de los más activos y envalentonados, llegando a merecer la Orden del Toisón de Oro cuya cadena lleva en el retrato.

La postura digna del retratado (la flecha sugiere que era miembro de alguna cofradía o asociación de arqueros) está asociada a la imagen que debe dar un hombre de la corte: honor, templanza, seriedad.

imageNo obstante, si Van der Weyden, pintor oficial de la ciudad de Bruselas, es conocido a nivel mundial es por sus pinturas religiosas. El Museo del Prado de Madrid tiene un Descendimiento impresionante. En los Museos Reales de Bellas Artes hay una Piedad más pequeña pero igualmente reseñable.

El azul del manto de la virgen o el rojo de San Juan Bautista contrastan con la decrepitud del cuerpo del Cristo bajado de la cruz.

Otro cuadro de motivo religioso bastante llamativo es la Anunciación del Maestro de Flémalle. Existen numerosas obras de las que se ha perdido el rastro de su autor. En estos casos, a los anónimos pintores se les denomina “Maestros de” y hay bastantes.

Éste de Flémalle era posiblemente Robert Campin, de Tournai, contemporáneo de Jan Van Eyck y más que probable maestro de Rogier Van der Weyden. Los contrastes de color entre el paño rojo de la virgen el blanco de la vestimenta del ángel o el verde del sillón son magníficos. Los detalles del cuadro (el libro de oración, el jarrón con flores, etc.) distraen de la confusa perspectiva en la distribución del mobiliario de la habitación de la virgen. Un mobiliario, en cualquier caso, a la altura de la pequeña burguesía del siglo XV neerlandés y muy a tono con los espléndidos vestidos que suelen llevar sus protagonistas.

imageEsta nueva clase media requería pinturas, pero no sólo a nivel particular. Los nuevos Ayuntamientos también se convirtieron en patrocinadores del arte.

El municipio de Lovaina encargó en 1468 al pintor Dieric Bouts cuatro obras de gran tamaño dedicadas a la justicia para su Salón de Plenos. De ellas, sólo pudo realizar dos antes de morir en 1475. Un teólogo ofreció el posible tema que caracterizara las monumentales obras: la leyenda de la justicia del Emperador Otón III. ¿Que de qué iba la leyenda?

imageLa emperatriz flirtea con un noble de la Corte, que la ignora. En venganza, ésta le acusa de adulterio y de intentar seducirla y, como resultado, el infeliz es decapitado. Convencida de que su marido era inocente, la viuda se somete a la terrible prueba del fuego.

En el segundo panel, la viuda lleva en una mano una barra de hierro incandescente y la cabeza decapitada de su marido en la otra. Se arrodilla frente al Emperador a la espera de justicia. El ambiente está tenso, ¿cual será la decisión de Otón III? Pues echar a la hoguera a la Emperatriz, a su esposa, que aparece castigada al fondo de la escena, mientras los protagonistas de la misma mantienen un silencioso intercambio de miradas para la eternidad en el Palacio del Emperador justo. Bien, la verdad es que son obras más que interesantes.

imageimageDe la misma época son dos retratos pertenecientes al llamado Tríptico de Zierikzee, una pequeña ciudad holandesa. En este tríptico (del que no se muestra el panel central dedicado al Día del Juicio Final) los protagonistas son, ni más ni menos, que nuestros Felipe el Hermoso y Juana La Loca.

Su autor pertenecía a la Escuela de los Países Bajos meridionales y mostró a los príncipes en su mejor momento y en el castillo de Coudenberg en Bruselas.

Felipe, con la corona, el toisón de oro, la armadura, la espada y la mano levantada en señal de poder y justicia. Su túnica lleva las armas de Borgoña, España y Austria. Juana, más modesta pero con una bonita capa de brocado y muestra su vientre presentándonos al futuro Carlos V.

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Otra pareja aparece esta vez retratada por uno de los grandes pintores del flamenco primitivo: Hans Memling.

Se trata de Willem Moreel (burgomaestre de Brujas entre 1478 y 1483) y su mujer Barbara van Vlaenderberch y de nuevo formaban parte de un tríptico con un cuadro central de tipo religioso, ya que estaban realizados para la devoción privada. Memling encontró en los retratos y en las escenas religiosas (se muestra en el Museo un Martirio de San Sebastián bastante famoso) su mejor fuente de financiación. En sus retratos, Memling innovó introduciendo paisajes o interiores donde antes no se hacía y aplicando nuevos tipos de pinturas, barnices y aceites que le convirtieron en uno de los hombres más ricos de Brujas y en un pintor cuyos colores perviven en el tiempo.

imageUna sala dedicada a El Bosco es bien recibida. Entre las llamadas Obras maestras del pintor se encuentra un Calvario, llamativo por no pertenecer a sus llamativos escenarios fantásticos. Pero como a nosotros nos encantan, nos quedamos con estas Tentaciones de San Antonio, del taller del pintor (posiblemente el original esté en Lisboa). Una alegoría de la destrucción y la perdición reinando sobre la tierra son inevitablemente atractivos.

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Otra pareja famosa aparece en la siguiente sala. Se trata de Adán y Eva y con ellos casi pisamos el cambio de siglo. Ahora nos recibe en su espacio el pintor alemán Lucas Cranach el viejo, que debió pintar estas tablas  a finales del XV o principios del siglo XVI.

La manzana mordida por Eva, en la que se pueden ver incluso las huellas de sus dientes, no es sino el principio de un cuadro seductor y fresco, en el que el Paraíso está en el fondo pero también en las piernas cruzadas de Eva, a la que Adán mira (admira) parsimonioso.

Cranach nos da paso ya a los protagonistas del siglo XVI, a los Bruegel, toda una familia de artistas, desde luego. Padre, hijo y nieto Bruegel muestran sus mejores pinturas en un ala del Museo de Bellas Artes de Bruselas. Y la verdad es que es la mejor parte de la visita.

P1250484Y lo bueno es que en aquellas obras en las que no está representado el maestro Pieter Bruegel el Viejo sí que lo está a través de copias de su propio hijo, Pieter Bruegel el Joven. Pero es que incluso se da el caso de que la obra más famosa del pintor belga (bueno, al menos murió en Bruselas), El censo de Belén, está disponible en su versión original y en la copia por parte de su hijo, una oportunidad más que interesante. 1566 enfrente de 1610. Padre frente a hijo retratando una escena de los evangelios un pelín modificada para hacerla accesible a la actualidad del siglo XVI. 

La peculiar familia llega a Belén coincidiendo con el censo que ha organizado la gente del Emperador Augusto para controlar quien y como se pagan los impuestos. El que Belén esté nevada y los edificios, trajes y actitudes sean las de una ciudad de los países bajos del siglo XVI es mera anécdota. Por lo menos, nos sirve para interesarnos por los quehaceres de los habitantes de la época: la matanza del cerdo, las gallinas comiendo entre la nieve, muchachos patinando en el hielo, la granja, el edificio derruido del fondo… casi parece una versión previa de un Avercamp¡

Y, con todo, es la copia del joven Bruegel de La lucha entre el Carnaval y la Cuaresma, del cuadro homónimo de Pieter Bruegel que está en el Kuntshistorisches de Viena la que más despierta admiración y regocijo, con sus figuras grotescas, sus colores, su historia detrás de la historia.

La lucha entre el gordinflón Carnaval y la flaca Cuaresma, entre los árboles desnudos del invierno y los lozanos primaverales, entre la fiesta y el ayuno, el júbilo frente a la caridad… todo ello en una obra irrepetible. Curiosamente, la fama de Bruegel, el Viejo, creció mucho después de su muerte, razón por la cual su hijo mayor se convirtió en pintor en Amberes en 1584, a través del Gremio correspondiente. Y lo hizo bien, vaya que sí.

imagePieter Bruegel el Joven no se convirtió en un mero copista de las obras de su padre, sino que dejó plasmado en las mismas su estilo más fresco y delicado. Muestra de ello es esta espectacular copia del Baile nocturno al aire libre, de 1607. Por cierto, mientras los invitados bailan, la novia (sí, se celebra una boda) recibe sus regalos en dinerito contante y sonante. Ah¡ y no lleva velo. El día de la boda era el único día en el que las mujeres podían llevar el pelo suelto y no tapado.

image Paisaje con predicación de San Juan Bautista es la obra de Joaquim Patinir que se expone en esta misma sala.

En 2007 el Museo del PRado presentó una espléndida exposición sobre el pintor belga (http://isla-muir.blogspot.com/2007/10/patinir-y-la-invencin-del-paisaje.html) con 22 de sus 29 cuadros. Éste también estaba en aquella exposición que demostraba que Patinir había sido el inventor del paisaje. Qué buena muestra este cuadrito del Museo Real de Bellas Artes, con la habitual escena religiosa teniendo lugar en el marco de un paisaje idealizado pero detallado en todo lo que en él aparece.

Jan Bruegel el Viejo, el nieto de Pieter, es quien nos cede paso al siglo XVII. Una modesta Naturaleza muerta con un plato de oro y una guirnalda de flores, con una textura que recuerda al terciopelo (le llamaban Velvet Bruegel) es su obra más interesante. A partir de aquí desfilan los grandes nombres del siglo de oro de los Países Bajos: Rubens, Van Dyck, Rembrandt.

imagePero también Gabriel Metsu. Es un pintor al que últimamente sigo la pista desde que le descubrimos con su Hombre escribiendo una carta en la Galería Nacional de Irlanda (http://isla-muir.blogspot.com/2009/07/obras-maestras-de-los-museos-nacionales.html). Esta obra, La comida, es muy representativa del autor holandés. Costumbrista: un retrato reflejo de la época barroca que le tocó vivir al pintor de Leiden.

La sala dedicada a Rubens es importante, destacando las pruebas para la Metamorfosis de Ovidio (y otros asuntos mitológicos) que pintó para la Torre de la Parada, en Madrid. Sin embargo, quien nos llama la atención con su mirada es este señor:

Se trata de Nicolaas Baambeeck, uno de los retratos de Rembrandt (de 1640). La tenue iluminación es muy característica del holandés. Hacía juego con otro retrato, el de su esposa, Ágatha Bas,que ahora está en la colección personal de la reina de Inglaterra, qué se le va a hacer. Mejor que el cuadro es la historia de Nicolaas y Ágatha.

Ésta era hija de un comerciante de armas que había sido varias veces alcalde de Ámsterdam. Nicolaas, un mero comerciante de paños, quiso casar con la chica pero por mucho dinero que tuviera (y tenía mucho) no pudo comprar el ascenso a la jerarquía social a la que ella pertenecía, su futuro suegro se oponía. Así que tuvieron que esperar a la muerte del padre de Ágatha para poder casarse. Y, una vez casados y en el lugar donde le correspondía, imageNicolaas solicitó al pintor de moda, Rembrandt van Rijn, que pintase los retratos del matrimonio. Y Rembrandt debió reír con su inolvidable sonrisa. (Aquí: http://isla-muir.blogspot.com/2010/03/rembrandt-en-la-amsterdam-del-siglo-de.html y aquí: http://isla-muir.blogspot.com/2008/11/rembrandt-pintor-de-historias.html).

Antoon Van Dyck es otra cosa: más serio, casi monumental. Aquí está el retrato que le hizo a una Dama genovesa con su hija durante su estancia en Italia (en la década de 1620).

El cuadro tiene una inscripción: Virtude Gaudet; la virtud da alegría. Y es que, aunque no lo parezca a simple vista,la muchacha (Francesca Alexandra) está en edad de casamiento y es lo que la obra trata de transmitir: una chica encantadora y sana con su madre vigilante y poderosa al lado. Van Dyck pintó muchos cuadros de gente adinerada en Italia en aquella época. Les pintó, sí, a ellos y a su humanidad.

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Nos despedimos del breve recorrido por los Museos Reales de Bellas Artes de Bruselas con el más conocido de sus cuadros: Marat asesinado, de Jacques-Louis David.

Estamos en 1793, la época del Terror después de la Revolución Francesa. El 3 de julio, el médico, periodista y político Jean-Paul Marat es asesinado en París mientras toma un baño por Charlotte Corday, una joven aristócrata normanda contraria a sus revolucionarias ideas. Marat estuvo muerto en la bañera durante tres días.

Su muerte le convirtió en un símbolo, en un héroe de la revolución, en una víctima merecedora de honores. El 14 de julio, a Jacques-Louis David, su amigo y apoyo político, le fue encargado esta obra. Marat está retratado como si de un hecho mitológico se tratase, el dolor frente al vacio del fondo de la habitación… el gran héroe del momento inmortalizado.

Y mostrado, excelentemente por cierto, en una luminosa sala de los Museos Reales de Bellas Artes de Bélgica.