22 de junio de 2010

La Basílica de San Marcos / Piazza San Marcos (y II)

P1190831La construcción de una de las obras más impresionantes de la antigüedad ha llevado casi mil años, pero hubo un momento definitorio en todo ese tiempo: la Cuarta Cruzada. En 1204 el anciano Dux Enrico Dandolo capitaneó las hordas de cruzados que esquilmaron Constantinopla, dejándola sin la mayor parte de sus tesoros.

P1190824 A partir de ahí, la Basílica de San Marcos de Venecia contó con mármoles orientales, columnas, capiteles, tesoros, estatuaria y una influencia decisiva para pasar a convertirse en el emocionante edificio que es hoy. Multitud de visitantes esperan cola para entrar. La alta sombra del Campanile, justo enfrente, ayuda a soportar el calor. El Campanile es otro de los símbolos de la Plaza San Marcos.

Si Venecia es la ciudad de los campanarios (alrededor de 200 en pleno siglo XVIII), los casi 100 metros de altura de este gran Campanario de San Marcos han vivido muchas vicisitudes, sobre todo incisión de rayos y un impactante colapso estructural. El 14 de julio de 1902 el Campanile colapsó y se derrumbó todo lo alto que era. Y aunque se reconstruyó tal cual era, numerosos tesoros se perdieron con ello: varias de las longevas campanas, la estatua del Arcángel Gabriel que lo coronaba y la entrada principal, la Logetta de Sansovino. Todos ellos también se reconstruyeron, las campanas con los restos de las perdidas (salvo la famosa Marangona cuyo tañido permitía comenzar las sesiones del Consejo), el Arcángel y la Logetta, que ganó mármoles y presencia (hoy está en restauración). Sin embargo, la preciosa Virgen con niño del mismo Jocobo Sansovino que se situaba aquí quedó muy dañada, pudiéndose ver lo que queda de ella en el Museo de San Marcos, sito en la propia Basílica. DSC00523

Y es precisamente en el Museo de San Marcos donde se pueden observar los caballos originales de la fachada de la Basílica, los robados del hipódromo de Constantinopla en 1204. Dejando aparte la belleza innata de estas figuras de bronce, mil y pico de años después de su factura, estos caballos sin cuadriga son de las pocas estatuas de bronce de época romana y de gran tamaño que han sobrevivido a la historia. Y eso que sustos no le han faltado. Estaban situadas en una ubicación portentosa en el hipódromo de Constantinopla y vivieron allí junto al carro del que tiraban victorias y fracasos, revoluciones (Nika¡) y abandonos… hasta que el anciano Dux conquistador decidió que debería ser Venecia y no Constantinopla la heredera espiritual de la Roma Imperial y se los llevó como botín.

P1190761 El poeta Francesco Petrarca escribía a un amigo en 1364: “Se ven los cuatro caballos de bronce dorado, a los que su antiguo artífice dio un aspecto tan real que casi te parece oírlos relinchar y galopar”. Los caballos, se discute si helénicos o de época de Constantino, se convirtieron en un símbolo: Génova les quiso poner las riendas en una guerra con Venecia que perdió. Napoleón sí la ganó, y se los llevó a París de donde volvieron en 1815. Ahora son unas copias perfectas de los caballos las que presiden la terraza de la Basílica mientras los originales son las estrellas del Museo.

DSC00525 Un Museo que cuenta con un buen número de mosaicos bizantinos, telas pintadas… pero sobre todo, que deja ver el interior de la Basílica desde una perspectiva apabullante. Los muros de las cúpulas y las bóvedas están cubiertos de mosaicos dorados a la manera bizantina. 4240 metros cuadrados de mosaicos realizados por artesanos procedentes de Rávena.

Más que cada detalle de los múltiples que llaman la atención, lo imponente es el conjunto, el ambiente, la luz, el lujo de unos mosaicos que recuerdan un arte a punto de desaparecer en lo más alto de su historia. La Basílica de San Marcos tiene un indudable aire oriental que recuerda a Santa Sofía o a San Salvador de Chora, en Estambul.

Todo comenzó en enero de 828 cuando unos mercaderes venecianos en viaje de negocios en Alejandría se enteraron de que la iglesia donde dormían los restos del discípulo de Pedro iba a ser convertida en mezquita. Decidieron entonces robarlos y llevarlos a su patria para lo que hubieron de esconderlos en un cargamento de carne de cerdo que los árabes no dudaron en dejar pasar por la aduana (estos árabes se tapan ojos y nariz al ver el cerdo que oculta el cuerpo de Marcos en una de las pinturas que adorna la portada occidental de la Basílica):

P1190767El traslado del cuerpo del Evangelista no fue sencillo pero al llegar a Venecia fueron recibidos por el mismísimo Dogo, Giustiniano Particiaco, quien dio la bienvenida al que llegaría a ser una de las reliquias y símbolo de la cristiandad del momento. Por orden suya, comenzó a construirse tras su muerte un templo a la altura de su importancia (la iglesia dedicada al más modesto San Teodoro no parecía suficiente), la Basílica misma que no llegaría a ser catedral de Venecia hasta 1807.

Precisamente, en la llamada Puerta de San Alipio se narra el traslado a la nueva Basílica (tal y como era en el siglo XIII) del cuerpo de San Marcos, en un mosaico de 1265 que consigue ser el único que se mantiene original desde su construcción.

P1190812La fachada occidental, por donde se entra a la Basílica, está adornada por numerosas imágenes relacionadas con la historia del evangelista y otras habituales de la historiografía cristiana. Y a partir de aquí se entra al Atrio y comienzas a sorprenderte por los mosaicos de los techos.

Son mosaicos venecianos, construidos en el siglo XIII y que narran numerosas escenas del Antiguo testamento. Son sobrecogedores, pues a la belleza innata de las figuras, fondos y dorados se une el asombro por el trabajo realizado hace más de setecientos años.

P1190804Aquí al lado tenemos, por ejemplo, escenas de la vida de Josué, intérprete de sueños, a quien sus hermanos tratan de matar tirándole a un pozo por la envidia que le tienen al ser el preferido de su padre. Sobrevive, pero sólo para ser vendido como esclavo a los egipcios tras ser encontrado por una caravana de camellos. En Egipto es acogido por el faraón y termina convirtiéndose en el salvador del pueblo egipcio. 

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Ésta otra es la cupulilla dedicada a Abraham, en la que se narra parte de la vida del iniciador de una nueva historia de la humanidad (según el antiguo testamento, claro). En varias ocasiones, Abraham, quien se ha sometido a Dios olvidándose de sí mismo, escucha las palabras de Dios que aparece como una mano que asoma a través de un jirón de cielo, dividiendo la historia en varias escenas.

A pesar de la belleza del Atrio, poca gente le presta atención, pues el interés de la mayoría es acceder a la Basílica o subir al Museo por unas escalerillas ciertamente empinadas.

Y el interior es efectivamente, impactante. Todos los mosaicos de la Basílica transmiten historias que forman parte de otra gran historia, la sagrada. Curiosamente, muchos de los mosaicos han sufrido el paso del tiempo y algunos hasta fueron sustituidos por pinturas al fresco. La verdad es que se nota mucho cuando la escena está pintada sobre la pared (aunque hay algunas basadas en bocetos de Tintoretto, por ejemplo) y contrasta muy mucho con los restos de mosaicos que aparecen aquí y allá.

P1190791Pero si hay un tesoro excepcional en la Basílica de San Marcos es la Pala d’Oro. Se trata de un exquisito retablo, un impresionante trabajo de orfebrería bizantina y veneciana  realizado entre el siglo X y el XIV por orfebres medievales.

Hay que volver a pagar por verlo, pero merece la pena. Está formado por 250 paneles confeccionados con esmaltes engastados en oro y plata y adornados con pedrería preciosa. Un lujo, vaya, que ciega con los brillos que produce la luz al acariciar su superficie.

El retablo consta de dos partes. La inferior ilustra la historia de San Marcos (a los lados), incluye un retrato del Dogo que lo encargó (Ordelaffo Falier) y de la Emperatriz que regía Constantinopla en aquella época, Irene; un Cristo pantocrátor en el centro y, alrededor, todo el elenco de personajes bíblicos: profetas, apóstoles, arcángeles, la Virgen…

P1190794Esta sección inferior, la más grande, fue un encargo a orfebres bizantinos que posiblemente vivían en Venecia, pero no sucede así con la parte superior: ésta procede del botín de la Cuarta Cruzada, de la conquistada Iglesia del Pantocrátor de Constantinopla. Seis grandes planchas, seis recuadros con seis festividades de la iglesia según la época: P1190795

La entrada a Jerusalén, la resurrección y la crucifixión arriba; la ascensión, la venida del Espíritu Santo y la Deesis (muerte de la Virgen), abajo.P1190793 Salimos de la Basílica con el color del oro en nuestra mente para reconciliarnos con el dorado real de la luz del sol y de las tonalidades que crea sobre las cúpulas de San Marcos. Estas cúpulas son especiales. Son cinco cúpulas de aspecto inconfundible y de tamaños diferentes, pero les une un común denominador: son cúpulas que recubren a otras cúpulas.

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Fue a mediados del siglo XIII cuando se decidió recubrir las cúpulas típicamente bizantinas de la época (más bien bajas y achatadas) por estructuras de madera recubierta de finas láminas de plomo rematadas por una cúpula pequeña rematada por una cruz dorada.

Su existencia modificó la iluminación interior de la Basílica: en cada corona de la cúpula hay 26 ventanas pero más gruesas y permitiendo la entrada de la luz con menos ángulo. Por ello, se perdió la luz atenuada y uniforme de las iglesias bizantinas y se ganó la poderosa luz de los rosetones de las iglesias románicas.

Uno de los placeres que proporciona la vista al Museo es poder recorrer a pie la terraza de la Basílica. Desde allí se tiene una visión inigualable de la Piazza San Marcos. Tanto de la Piazzeta con las columnas y el Palacio Ducal como de la propia Plaza, con las Procuradurías y la magnífica Torre dell’Orologio.

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Estas de aquí arriba son las Procuradurías, viejas y nuevas a izquierda y derecha. Al fondo, el edificio que Napoleón hizo construir para convertir esta ya de por si maravillosa plaza en “el salón mas bello del mundo” (entendiendo salón como equivalente a plaza pública). Ahora es sede del Museo Correr, que tanto me hubiera gustado visitar.

P1190773 Justo al lado de las Procuradurías viejas, donde se disponen cientos de mesas para que los turistas puedan ser timados al oído de música de orquesta, se encuentra la llamada Torre de los Moros o Torre dell’Orologio.

A causa del color oscuro que ha ido adquiriendo el metal, las dos figuras que tocan la campana en este precioso edificio medieval, que en origen eran pastores (uno joven y otro viejo con barba como símbolo del paso del tiempo), han sido tradicionalmente denominados moros.

Los franceses mandaron desmantelar la figura del Dux que acompañaba al tradicional león de San Marcos,ahora huérfano en lo alto de la torre.

El reloj es un prodigio de la técnica que no solo da la hora sino también el día, el mes y el horóscopo gracias a un complejo mecanismo. Unos Reyes Magos autómatas rinden tributo a la Virgen cada hora según indicación de un ángel anunciador.

P1190826Por último, crucemos a tomar un granizado al Café Florian, el mismo lugar donde Dickens, Proust, Casanova o Lord Byron disfrutaron de las vistas únicas que regala la Piazza San Marcos.

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