28 de noviembre de 2009

Mariano de la Paz Graells

CAROLVS III REX

NATVRAM ET ARTEM SVB VNO TECTO IN PVBLICAM VTILITATEM CONSOCLAVIT

ANNO MDCCLXXIV

O lo que es lo mismo,

EL REY CARLOS III

UNIÓ BAJO UN MISMO TECHO LA NATURALEZA Y EL ARTE PARA UTILIDAD PÚBLICA

AÑO 1774

Leo esta inscripción, que aparece en el dintel de la puerta de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, cada vez que paseo cerca de la Puerta del Sol. Y siento que es una pena que se haya perdido ya la motivación que existió detrás de este mensaje. Eran otros tiempos y en la Corte de Carlos III se quería trasladar el espíritu novedoso que recorría el resto de países europeos a la vetusta España. Y qué mejor forma que inaugurar un Museo como dios manda, un Real Gabinete de Historia Natural y un Museo de Arte que convivan juntos para la ilustración del pueblo.

En 1815, ahora bajo el yugo del inútil de Fernando VII, el Deseado, el Real Gabinete de Historia Natural se “refunda” y a partir del 1 de octubre de ese año se constituye en Museo de Ciencias Naturales. ¿Y qué lo conforma? Pues un buen número de instituciones científicas fundadas por Carlos III: el propio Gabinete con sus Estudios de Zoología y Mineralogía, el Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico y las colecciones del Laboratorio de Química. ¿Y a quien ponen al mando de esta institución tan compleja y con tantos intereses mezclados, con una estructura tan diversa y con tan poca atención institucional?

Pues a Mariano de la Paz Graells. A uno de los grandes científicos del siglo XIX. A una de nuestras (lamentablemente pocas) más famosas personalidades del ámbito de la ciencia. A Graells, sin embargo, se le conoce mucho más por un hecho mitad anecdótico mitad historia natural: el descubrimiento de Graellsia isabellae.

La espléndida polilla, tan bella que parece mentira que ningún naturalista se fijara en ella hasta que Don Mariano lo hizo, revolotea desde el atardecer de gran parte de los sistemas montañosos de nuestro país. Cuando Graells la encontró en 1852 (dicen que fue su perro mientras paseaba por la Sierra de Guadarrama) decidió dedicársela a la reina, a Isabel II, con estas palabras: “Al augusto nombre de S.M. la Reina Doña Isabel II, dedico esta magnífica Saturnia, único representante en Europa de la Sección a que pertenecen la Diana, Luna, Selene, Isis, y otras divinidades menos positivas que la nuestra". (la foto y la cita vienen de http://entomología.net). La historia, mucho mejor contada en Diario de un Copépodo: http://copepodo.wordpress.com/2007/06/05/chascarrillos-mariposoides-hispano-galos-si-la-envidia-fuera-tina/. Numerosas especies (sobre todo insectos, plantas y vertebrados fósiles) fueron descritas por Graells.

Más allá del descubrimiento de esta encantadora polilla, que está en la boca de todo biólogo hispano, hay muchas cosas por descubrir de este gran zoólogo del siglo XIX del que ahora se cumplen 200 años desde su nacimiento; aniversario eclipsado por el del mismísimo Darwin, para cuya Teoría de la Evolución por Selección Natural también tuvo su comentario ( y un llamativo cambio de opinión en el tiempo hacia posiciones más darwinistas).

Y en el mismo Museo de Ciencias Naturales que él dirigió se le ha dedicado una pequeña exposición: Graells 1809-1898 La aplicación de la ciencia, que merece muy mucho la pena.

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Y de Graells, que ya anciano aparece rodeado de sus discípulos en la foto de la entrada, se aprenden muchas cosas. Cuando llegó a ser director del Museo de Ciencias Naturales llevaba a sus espaldas muchos años de experiencia. Ya era médico-cirujano, había sido director de un balneario, había sido catedrático de Zoología y Taxidermia en Barcelona. Y en 1837 es contratado como profesor interino de Zoología en el Museo madrileño. Llega con poco o ningún entusiasmo pues las condiciones del Museo eran penosas.

Y sin embargo, poco a poco le insufla dinamismo y pone en marcha suficientes mejoras como para ser nombrado su director en 1845. Como estrategia, se rodea de valedores y apoyos institucionales (la dedicatoria de la polilla junto al famoso acto público en el que Isabel II la lució cual joya le debieron proporcionar favor real).

Da un fuerte empuje a la catalogación y al incremento de las colecciones, establece contactos con centros similares en el extranjero, logra crear una imagen moderna y de prestigio a una institución que cambia el anonimato por la figura de órgano consultivo.

Proyecto del monumento del estanque del Real Jardín Botánico de MadridEl famoso busto de Linneo ubicado en el estanque del Jardín Botánico es responsabilidad suya (en la exposición se expone el plano de diseño del mismo), como lo es también el invernadero de palmas.

Pero donde mayor esfuerzo dedicó Mariano de la Paz Graells es en darle utilidad a la ciencia. El enfoque práctico primó siempre en los proyectos científicos de Graells: acuicultura, aclimatación de fauna o control de plagas de insectos fueron sus mayores motivaciones.

Una de las cosas buenas que tiene esta exposición es que cuenta con mucho material original que perteneció al zoólogo: láminas, títulos propios, libros, fotografías o instrumental científico. Es un placer, por ejemplo, ver las láminas de su colección personal pertenecientes a sus proyectos científicos.

Su presencia en Barcelona le imprimió este carácter utilitarista que supo trasladar a la inmovilista sociedad científica madrileña. En el ámbito de la acuicultura, Graells creó en 1867 la primera piscifactoría fluvial española en La Granja. También incitó a la introducción del cultivo del mejillón en España y trató de promover la de la ostra.

Una de las primeras delegaciones de la Société Zoologique d’Acclimatation francesa se creó en Madrid por mediación de Graells. Esta Sociedad, representada por el famoso naturalista francés Geoffroy Saint-Hilaire, tenía como objetivo aumentar el número de especies para la domesticación, incrementando la rentabilidad ganadera y facilitando el acceso a nuevas fuentes de alimento y ropa para los más desfavorecidos.

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Estas crías de Emú fotografiadas en el Jardín Zoológico en 1861 son una muestra de las llamas, avestruces, gacelas o canguros (entre otros muchos animales) que trataron de ser aclimatados con fines zootécnicos pero también filantrópicos en Madrid a instancias de Mariano de la Paz Graells.

La cosa, por cierto, acabó muy mal: los sublevados contra Isabel II en septiembre de 1868 desbarataron el proyecto, destrozando el Jardín. Bueno, también consiguieron destronar a la reina, pero en la cuneta se quedaron proyectos que estaban pensados para los que más lo necesitaban.

3802101266_d5f89d728b Proyectos como la lucha contra Phylloxera vastatrix, la plaga que asoló los viñedos europeos a finales del XIX y contra la que Graells elaboró manuales de divulgación dirigidos a agricultores, participando activamente en acciones formativas para trabajadores del campo con el fin de mitigar los efectos devastadores que este homóptero estaba provocando en nuestro país (un millón de hectáreas arrasadas en 25 años).

Graells participó durante años como Comisionado por el gobierno español en foros y tratados internacionales sobre la Filoxera (aquí al lado, esquema publicado por Graells del ciclo vital y propagación de Phylloxera vastratix).

Graells se hizo con una posición envidiable en el panorama científico español del XIX. Su relación con la Casa Real facilitó mucho estos avances, pero también lastró su posición cuando Isabel II fue obligada a exiliarse. Dicen que su cese como director del Museo tuvo algo que ver, pero siguió unido a la institución hasta el fin de sus días. Además, fue senador en un par de ocasiones (1881 y 1887). Como no podía ser de otra forma, sus interpelaciones en el Senado versaron sobre temas que seguro que no hallaron demasiado interés en su época (quizá tampoco en la nuestra): la pesca, los cultivos, los programas de enseñanza y cátedras, el Patrimonio natural y el Museo de Ciencias Naturales.

Cuando murió a los 89 años, en 1898, atesoraba tal cantidad de cargos honoríficos, había descrito tal cantidad de especies, había aportado tanto a la ciencia aplicada que su necrológica apareció en un buen número de revistas científicas internacionales. Para ser español, esto no era muy habitual.