30 de mayo de 2008

Jaras del monte mediterráneo

P1090677 Esta imagen es sumamente común para cualquiera que pasee por los campos ibéricos en primavera.

Antes o después, dependiendo del clima o de la altitud, pero no precisamente por requisitos edáficos (al menos, no en todos los casos), aparecen las jaras invadiendo terrenos desbrozados, antropizados, degradados.... pero también como parte del cortejo natural del bosque mediterráneo en la Península Ibérica.

Y es que pocas especies hay más invasivas que las jaras. El Género Cistus es, desde luego, muy diverso, y podemos encontrar especies de jara de muchos colores y características diferentes. Algunas están asociadas a etapas de degradación de encinares, alcornocales u otros bosques mediterráneos. Otras son parte fundamental de sus cortejos florísticos.

Todas ellas son preciosas, llamativas, algunas delicadas, otras espectaculares. He aprovechado un corto paseo por lo que en su momento fueron encinares de la serie luso-extremadurense, en las estribaciones de la Sierra Madrona, al lado del Valle de Alcudia (en mi pueblo, la Estación de Veredas, vaya), para dar cuenta de las jaras que iban apareciendo por el camino.

P1090636La jara pringosa (Cistus ladanifer) es una de las más conocidas. Sus grandes flores blancas tapizan las primaveras del mediterráneo peninsular una vez comienza la primavera, en particular las de los encinares situados sobre suelo ácido, donde se encuentran más cómodas.

Su nombre no da lugar a dudas: segrega una resina (denominada ládano, de ahí lo de ladanifer) que convierte a sus hojas lanceoladas y tallos en pringosos y pegajosos lo que facilita que sus espléndidas flores no sean recogidas por cualquiera y continúen embelleciendo los campos, prácticamente casi todos ellos: la jara pringosa aparece desde un arenal marítimo a un bosque de montaña 1.000 metros por encima del nivel del mar.

El ládano también es aromático, lo que da a los jarales de jara pringosa un olor peculiar pero no desagradable. Sus grandes flores, de cinco pétalos como el resto de Cistáceas, blancas y con una mácula negra en la base duran muy poco tiempo. Pero éste es aprovechado a base de bien por la multitud de insectos que acuden a libar.

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Poco se parecen las enormes flores de la Jara pringosa a las más que modestas florecillas de Tuberaria guttata. Ésta es una de las Cistáceas más pequeñas. Es una plantita anual de flores amarillas con una mácula marrón púrpura que cubre casi la mitad de cada pétalo.

Típicamente mediterránea, florece de marzo a junio pero cada flor lo hace en un periodo muy corto, muy posiblemente de un día. Sus pétalos, al igual que ocurre con el resto de las jaras, caen fácilmente cuando se coge una flor. Como terófito que es, Tuberaria guttata cuenta con una roseta basal dispuesta habitualmente sobre suelo silíceo, ácido, y al sol; no soporta la sombra.

Muy cerca de las Tuberarias encontramos otras dos especies de jara que se alternan en el momento de la floración, al menos en el área manchega mencionada. En este mes de mayo lluvioso ha predominado Cistus crispus, una jarita rastrera de bonitas flores rosadas.

P1090635Esta jara es muy característica, pues es la única entre las ibéricas que tiene las hojas rizadas o crestadas (por eso en alguna guía la denominan Jara crestada). El rosado de sus flores es muy fuerte y carecen prácticamente de pedúnculo. La aparición de este arbusto, a pesar de su belleza, no es bienvenida: los suelos cubiertos por los matorrales bajos y almohadillados de Cistus crispus denuncian etapas muy regresivas de encinares y alcornocales.

Y así es. La mayor parte de jaras crestadas halladas en nuestra visita se sitúan en los bordes de un camino moderadamente transitado a cuyos lados hace mucho tiempo que se sustituyeron las encinas por eucaliptos que sólo han creado problemas.

P1090633Compartiendo espacio con la jarita anterior, pero floreciendo de forma masiva en otros meses, se encuentran las blancas flores de Cistus salvifolius.  Es llamada Jaguarzo morisco o Estepa Negra (lo de los nombres de colores de las jaras tiene su aquel, en esta ocasión no hemos visto a Cistus albidus, la preciosa Jara Estepa blanca de flores suavemente rosadas).

Sus pequeñas hojas oval oblongas son parecidas a las de la salvia, y de ahí su nombre científico. Sus hojas son verdes (blanquecinas en el envés) y llamativamente rugosas. Pero para llamativo el blanco puro de sus pétalos con el centro anaranjado. También es típico de lugares secos y pedregosos, compartiendo espacio con otros matorrales bajos y rastreros como Cistus crispus. Lo cual quiere decir que también es una especie habitual de etapas regresivas de encinares y alcornocales mediterráneos y que florece de abril a junio.

P1090656Y para terminar este corto recorrido (en otra ocasión buscaremos Cistus albidus, Cistus populifolius, Cistus laurifolius o Cistus clusii, también presentes por la zona), cierro con las encantadoras florecillas blancas de Cistus monspeliensis, también llamado Jaguarzo negro.

En este caso, se trata también de un arbusto, pero no rastrero como los anteriores, es un arbusto erecto, ramoso, compacto, muy vistoso y de buen olor. Sus hojillas son lineares, verdes e hirsutas. Presentan inflorescencias de entre 2 y 9 flores blancas y maculadas de amarillo. Es también una jara heliófila y que prefiere suelos ácidos.

Las Cistáceas suelen producir una gran cantidad de semillas pequeñas que germinan en masa cuando el fuego hace acto de presencia, con lo que pasadas las primeras lluvias tras el incendio, se desarrollan rápidamente cubriendo los suelos, protegiéndolos contra la erosión y dando sombra al suelo, creando las condiciones adecuadas para que crezcan otras especies más delicadas del bosque. Aunque este mismo criterio también vale para las etapas regresivas, cuando las características de las jaras las convierten en sumamente invasivas.

No obstante, la gran necesidad de luz de las jaras las hace desaparecer cuando la vegetación arbórea del bosque termina desarrollándose.