23 de enero de 2008

Templos del Antiguo Egipto (y III): Luxor, Kom Ombo y Filae

El Templo de Luxor se encuentra en el centro de la ciudad, mirando al Nilo. Su visita sería cómoda si no fuera por los cientos de turistas que lo recorremos a la vez. Además, a nosotros nos tocó verlo de noche, iluminado, lo que resulta una idea excelente, pero que limita las posibilidades que concede el Templo de la antigua Tebas.

Sin lugar a dudas, aunque como suele ser habitual diferentes faraones intervinieron en la construcción del Templo, aquí el protagonista casi absoluto es Ramsés II, Ramsés el Grande, que dejaría huellas de su ego y de su genio por todas partes.

En Luxor se echa en falta algo inmediatamente. La entrada, espectacular, está coja. Al frente, un imponente obelisco cuyo gemelo está muy lejos hoy de aquí. Y no porque se lo llevara algún ladrón decimonónico, no. Desde 1836 está en la Plaza de la Concordia de París porque se lo regaló a los franceses Muhammad Alí, uno de los más emblemáticos gobernantes egipcios del siglo XIX.

Muhammad Alí decidió dar nuevos aires al país con motivo de su gobierno. Es cierto que introdujo técnica, industria e innovaciones varias, pero no cayó en la importancia de los restos arqueológicos de su país.

El obelisco de Luxor no fue el primero ni el último en ser regalado. Hay otros en Londres, Nueva York.... Los franceses regalaron al país un reloj supuestamente a la última.

Que se averiara a los pocos días tampoco les hizo cambiar de opinión. Actualmente se puede ver el reloj averiado (por cierto, horroroso y muy avejentado) en una torre de la gran mezquita de Muhammad Alí, en el Cairo. El obelisco, dedicado a Ramsés II, sigue en París.

El otro obelisco levanta sus 25 metros de altura sobre una basa en la que varios babuinos sagrados nos miran desde el año 1300 aC. El obelisco se levantó para conmemorar la batalla de Qadesh, al igual que su gemelo de París. De hecho, las inscripciones que aparecen en el primer pilono, por detrás de ellos, también hacen referencia a esta batalla clave de la historia del antiguo Egipto.

Al lado del obelisco huérfano se sitúan dos gigantescas efigies de Ramsés el Grande que dan la bienvenida al Templo.

En origen eran unas cuantas más. Además, están acompañadas por otras tantas figuras del faraón así como de un cabeza colosal del mismo que han situado al lado del Obelisco (la de la primera foto).
Son estatuas de granito gris con una altura de más de 15 metros. Originalmente existían 4 estatuas mas, realizadas en granito rosa de las que actualmente sólo queda una que representa a Meritamón, la hija de Ramsés II. Es ante el primer pilono, donde también se narra la victoria de Qadesh sobre los hititas en 1285 aC, donde se sitúan estas dos figuras sedentes que flanquean la entrada al Templo.

Dicha entrada dirige directamente a un gran patio peristilado y también dedicado a Ramsés II. Tiene 74 columnas con forma de papiro dispuestas en doble hilera alrededor del patio.

En los huecos de la primera fila de columnas se ubican otro buen número de colosos del faráon erguidos, salvo otros dos, sedentes, que dan paso a la siguiente parte del templo, la de Amenhotep III.

Estas figuras sedentes son casi más impresionantes que las del primer pilono. hay que pensar en el modo de construcción de los Templos de aquella época.

Se comenzaban desde el interior hacia el exterior y los faraones que sucedían a los anteriores ampliaban el Templo hacia fuera. Amenhotep III construyó una parte importante del Templo, coincidente con el santuario. Sería Ramsés II quien completaría el resto y quien aportaría, de acuerdo con el estilo que impuso en los dos reinos, la imagen más impresionante del Templo y de sí mismo como gobernante.

De ahí lo impresionantes que resultan sus estatuas, en particular el par de efigies sedentes que dan paso a la zona de Amenhotep III. No obstante, hay que decir que otros faraones también dejaron su huella en el Templo. Destacan , por ejemplo, algunos relieves de la zona del santuario de época del mismísimo Alejandro Magno o el faraón más conocido, Tuthankamon, cuya efigie (acompañado por su esposa) aparece justo detrás de las monumentales estatuas sedentes de Ramsés el Grande. Se menciona a Horemheb como otro de los faraones que intervino en la construcción o lucimiento del Templo de Luxor.

Las estatuas de Ramsés están decoradas con imágenes de prisioneros que representan los 9 pueblos conquistados por Egipto. La reina Nefertari aparece vestida como la diosa Hathor, en su pierna derecha.

Las estatuas están realizadas en granito negro y el zócalo está decorado con escenas de prisioneros que representan a los pueblos vencidos por el faraón.

La decoración de los muros es obra de Tutanjamón y Horemheb y sus relieves relatan la fiesta de Opet, mostrando la procesión de barcos desde Karnak y el viaje de regreso.

En las estatuas, las basas están decoradas con los pueblos dominados pero también con un espectacular relieve representando la unión de las dos tierras, el Alto Egipto (con el Loto como especie representativa) y el Bajo Egipto (el Papiro les representa a ellos). Ramsés II era gobernante de ambos reinos y quiso hacerlo patente ante cualquier visitante.

Visitante que a su vez quedaría anonadado ante la monumentalidad de las columnas que unen la parte de Ramsés II con la de Amenhotep III. A su vez, el patio de visitas de éste faraón, amplio y rodeado de coolumnas de capiteles en forma de papiro abierto.

De aquí se pasa a la zona del santuario, donde imágenes del dios Amón en su forma de Amón-Min marca la tendencia de la época. Hay que pensar que los dioses que caracterizaban a cada ciudad podían terminar siendo venerados por todo el país si las dinastías gobernantes terminaban obteniendo el poder.

Tal fue el caso del Dios Amón, cuya significación fue plena en todo Egipto, siendo originario de Tebas.

Tal y como ocurría con Déndera y Edfú, en el caso de Luxor había una relación de cercanía y complicidad con el cercano Templo de Karnak.

Luxor estuvo estrechamente vinculado al gran templo de Amón en Karnak, y una vez al año, durante los meses segundo y tercero del período de inundación, se celebraba en Luxor un largo festival religioso en el que la imagen de Amón de Karnak visitaba a su "Ipet-resyt" o "Ipet meridional”, como se llamaba el templo de Luxor.

Su significado, por cierto, es "La casa sur del Harén de Amón". Una última curiosidad: En el patio previo al pasillo columnado de Amenhotep III se ubica la mezquita de Abu Haggag.

Esta mezquita está en alto: se contruyó hace mil años por los árabes cuando el templo estaba prácticamente enterrado. Desde luego, sorprende hoy en día ver cómo el paso de la historia deja pistas tan interesantes como esta mezquiza (aún en uso) en lo alto de este precioso templo.

El Templo de Luxor es uno de los más antiguos y de los que mejor conservado está. Sobre todo, por que los más visitados y bien conservados suelen ser los Templos más recientes, los de los faraones griegos (los Ptolomeos). Tal era el caso de Edfú o Dendera y también lo es de los Templos de Kom Ombo y Filae con los que cierro este recorrido por los Templos del Antiguo Egipto.

Kom Ombo, al que también se llega por barco, es un templo precioso en el que se pueden ver cosas muy interesantes. Vislumbrarlo desde el barco en el Nilo es un espectáculo. Por supuesto, numerosos barcos atracan en el pequeño puerto, con lo que la masificación es evidente.

De hecho es habitual esperar colas para ver determinados relieves o instalaciones. Existe una capilla exterior al templo con unos cocodrilos momificados que no pudimos ver: había demasiada gente y no podíamos esperar. Es la forma más cómoda de visitar Egipto, pero tiene sus inconvenientes.

El caso es que multitud de turistas nos avalanzamos sobre Kom Ombo, el Templo dedicado a Sobek, el Dios Cocodrilo, la Casa de Sobek, que sería su traducción literal.

En eso uno cae nada más entrar. Columnas enormes con capiteles lotiformes abiertos preceden a la sala hipóstila. En esas columnas, las figuras aún guardan algo de policromía, lo que emociona a cualquier visitante. En algunas de ellas comienza a aparecer un Dios que no hemos tenido la oportunidad de ver a menudo en otros templos. Es Sobek, el Dios Cocodrilo.

Para ser sinceros, hay que admitir que Kom Ombo en realidad son dos templos en uno: "Es un edificio inusual, completamente simétrico, con dos entradas, dos salas hipóstilas y dos santuarios. Esto se debe a que está dedicado a dos dioses: el lado izquierdo al dios halcón Haroeris (Horus el viejo o el grande) y el derecho a Sobek, divinidad local con cabeza de cocodrilo."

Los cocodrilos debían abundar en esta zona del Nilo, por lo que los antiguos egipcios debieron divinizarlos. Ello se hace patente en una buena parte de las paredes del Templo.

No he podido resisitirme a trancribir la historia del Dios Sobek y la razón de compartir el Templo con Horus:

"Con el paso de los años, a la gente del pueblo no les gustaba tanto ser asociados a un dios que representa el mal, por eso, le agregaron otro dios, Horus, como hermano suyo y socio en el culto del templo.

El estado de destrucción actual en el que se encuentra el templo, está contemplado en el propio mito de este templo, pues cuenta la leyenda que Sobek, el hermano malvado con forma de cocodrilo, maquinaba contra su hermano, Horus, con forma de Halcón hasta echarle del pueblo. La población, al ver su dios amado abandonar el pueblo, también partió hasta dejar el pueblo completamente desierto. Sobek al querer reanudar la vida en el poblado, resucitó a los muertos quienes en lugar de construir destruyeron y en lugar de sembrar trigo, sembraban arena."

Desde luego es una historia impactante. Éste templo cuenta con salas hipóstilas relativamente bien conservadas y en sus muros aparece la firma (en forma de cartucho) de numerosos emperadores (desde Tiberio o Domiciano a Nerón, Vespasiano o Caracalla) y faraones griegos (un buen número de Ptolomeos y Cleopatras).

Pero hay tres cosas que llaman bastante la atención al público visitante. En primer lugar, un espectacular Nilómetro. Ésta infraestructura se utilizaba para medir el caudal anual que tenía el río Nilo, de forma que se tomaba como referencia de la situación económica y para establecer los impuestos.

En el caso de Kom Ombo es un espectacular pozo de gran profundidad (el diseño del nilómetro variaba bastante de Templo a templo, en algunos casos podía ser escalonado; en otros una simple entrada a una cueva; en este caso un gran pozo).

Pero la gente hacía cola sobre todo para ver dos curiosos relieves. uno es muy pequeño y ya lo habíamos visto en Edfú: se trata de una mujer pariendo, como parte de un texto escrito en antiguo egipcio.

Pero quizá el más espectacular de todos ellos es uno de época romana que reúne todo el instrumental quirúrgico del que hacía gala un médico de la época. Se encuentra en la parte trasera del templo y para verlo hace falta esperar una cola bastante larga.

En lo que coinciden todos los guías es en la comparativa del instrumental actual con el utilizado entonces. Ciertamente similar. Se supone que estaba dedicado a Imhotep divinizado (a este hombre, desde el diseño de la pirámide de Saqqara se le concedieron prerrogativas divinizadoras de amplio espectro).

Otro de los templos más impresionantes del recorrido por el Nilo es el Templo de Filae, también construido por los faraones griegos.

Este templo destaca por dos cosas, además de su belleza. En primer lugar fue uno de los templos salvados de la inundación ante la construcción de la presa de Assuán.

Se trasladó piedra a piedra desde una isla que quedó bajo el nivel del agua hasta su localización actual, en otra isla (a la que se accede en barca).

Por otro lado, éste templo está dedicado a la Diosa Isis y cuenta con una casa del nacimiento, un mammisi construido en época romana.

Es uno de los templos más bellos del antiguo Egipto y en él pudimos disfrutar del espectáculo de luz y sonido tan caracterítico de los viajes turísticos a Egipto.

Sobre su contenido, prefiero no comentar demasiado. Si acaso, que me pareció demasiado enfático en las bondades de la parte de la historia musulmana y demasiado hagiográfico en lo que a la gestión actual del país. Pero por lo demás, fue el complemento perfecto a la visita a este templo. Breve, en cualquier caso.