22 de diciembre de 2007

El Nilo

El río Nilo. Uno de los ríos más grandes del mundo. Uno de los ríos más emblemáticos del mundo. En la Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini en Piazza Navonna (Roma) el Nilo se sitúa en lugar preponderante junto con el Ganges, el Danubio y el Río de la Plata (por cierto, la fuente está coronada por un obelisco egipcio de época romana, teniendo a Domiciano como protagonista).


El Nilo es el segundo río más grande del mundo (sólo superado por el Amazonas) y navegar por él se convierte en una experiencia inolvidable. Y no sólo por la calidad del barco en el que lo hacemos, el Nile Festival, sino por los paisajes, las gentes, las aves, las escenas cotidianas, los barcos que lo surcan, la ingente marea de turistas que lo ocupan...


Pero también por el olor y el color de sus aguas, la vegetación de sus riberas, los restos arqueológicos que se entreveen en las cercanías, el tacto de la arena de las áreas de desembarco, el aspecto gargantuésco de la presa de Assuan que cercenó la libertad del gran río.


Hay que pensar que el Nilo es fuente de vida. Ésto es un tópico, cierto. Pero cuando se habla de ríos como el Nilo (quizá también del Tigris o el Éufrates), la significación de fuente de vida pasa a convertirse en fuente de civilización, la fuente originaria de la vida organizada en la pequeña historia del ser humano.


En resumen, navegar por el Nilo es una experiencia por sí misma. Pero una experiencia enriquecida por un trasfondo cultural y natural excepcional.


Una de las primeras cosas en las que se fija uno es en lo enormemente ancho que es el río. Anchura que facilita el gran tráfico que soporta. Ése es otro de los detalles en los que cae uno cuando comienza a navegar por él. Numerosísimos barcos recorren el río, llevando a las masas de turistas (nosotros somos unos más de ellos) en recorridos llenos de encanto, habitualmente entre Luxor y Assuan. Los barcos son enormes, hoteles de lujo navegantes que permiten transportar a un número ingente de viajeros.


Otra cosa es que esos viajeros dejen riqueza en el país. Sería un debate interesante, sobre todo al asistir a escenas de pobreza ciertamente preocupantes. Es cierto que Egipto no parece sufrir la pobreza rigurosa de otros países árabes, pero también lo es que hay zonas en las que sorprendentemente no parecen haber llegado los supuestos beneficios del turismo de masas.


En cualquier caso, el Nilo es protagonista y sendero por el que guiarse, en la historia y en la propio viaje. Algunos egipcios se acercan en sus barcas a ofrecer sus productos a los turistas. Llegan a tirar chilabas, manteles o cualquier prenda desde la superficie hasta alturas importantes con tal de buscar algunos euros. Aquí el regateo es más curioso, si cabe.


Pero sin lugar a dudas, es el paisaje de las riberas del Nilo el que permanece en la retina mucho tiempo después de abandonarlo. No se puede hablar, desde luego de bosques de galería. Pero sí de una comunidad arbórea en la que la palmera datilera es la protagonista casi absoluta.


Curiosamente, ningún guía nos supo decir el nombre de las especies de árboles que acompañaban a las palmeras en las riberas o en cualquier otra zona de Egipto. Oímos hablar del Sicomoro, vimos árboles muy parecidos a acacias y a algarrobos, pero nadie nos sacó de dudas. Compramos algunas cosillas talladas en madera (cocodrilos, nubios...). Llamativo, sin duda, el desconocimiento general de la flora egipcia, hasta de lo más comun.


Sobre todo pensando en la importancia que dos especies de plantas tuvieron para los antiguos egipcios: el papiro (Scirpus lacustris) -planta que representaba el Bajo Egipto, es decir, la zona entre el Cairo (Menfis, para ser exactos) y el Delta- y el Loto Azul o Loto Egipcio (Nymphaea caerulea) -que representaba al Alto Egipto, desde el Cairo actual hasta Nubia-.


Del papiro hace mucho ya que se dejó de tener noticias en el Nilo hasta, por lo menos, la zona más al Sur, pasado el Lago Nasser. Aún quedan numerosas tiendas y talleres dedicados a la decoración basada en papiros, pero de la especie, ni una. Del Loto se puede decir algo similar.


En la entrada del Museo Egipcio de El Cairo los pudimos observar, por fin, en un estanque realizado ad hoc.


Duele más cuanto la mayor parte de las columnas de las salas hipóstilas de los grandes Templos del Antiguo Egipto están coronadas por flores de Loto o papiros,más o menos entreabiertos cuanto más cerca del camino principal del Templo, que era por donde el río Nilo debería pasar en esas representaciones de la tierra, del día y la noche, que eran los Templos de millones de años. El Loto y el papiro aparecen en numerosos relieves de los templos, como el de la foto adjunta, del Templo de Dendera. Símbolos de las dos partes del país (la Tierra Negra y la Tierra Roja) en la que se dividía el antiguo Egipto.


Pues si de éstos símbolos no queda rastro, lo mismo se puede decir del Cocodrilo del Nilo (Cocodrylus niloticus). Según lo que comentaban los propios egipcios, sólo se pueden observar cocodrilos Lago Nasser abajo, hacia Sudán. Del resto del Nilo han desaparecido, aunque comentan que algunas crías sedejan ver cerca de la presa de Assuan.


De hecho, en algunos poblados guardan algunos para que el turista de turno (por ejemplo, nosotros) se haga las fotos correspondientes con las crías de cocodrilo de no más de un año.


Desde luego, es sorprendente recordar lo hipotéticamente sencillo que fue observar cocodrilos o caimanes en Costa Rica y la desaparición absoluta del cocodrilo del Nilo de la parte más poblada de su curso. Al igual que pasaba con el loto y el papiro, el cocodrilo era más que un símbolo en el antiguo Egipto. De hecho, templos como el de Kom Ombo estaban dedicados a él. O, para ser más exactos, al Dios Sobek. Figuras humanizadas o del propio cocodrilo decoran muchas de las columnas y paredes de este Templo, muy cercano al propio río.


Sin embargo, sí son más habituales las aves. Cerca de Assuán tuvimos la oportunidad de navegar por la Reserva natural de la Isla Elefantina, donde observamos numerosas aves, si bien a lo largo de la singladura ya habíamos visto, al menos, las más frecuentes.


Quizá la Garza Gris (Ardea cinerea), una subespecie de la Garza Real de nuestros ríos, es la que más nos llamó la atención. Numerosas garzas grises se apostaban entre la vegatación riparia, oteando y cazando incluso, hecho que pudimos observar en alguna ocasión.


Otra especie que se dejó ver muy a menudo fue el Martín pescador pío (Ceryle rudis), sólo o en pareja. Nuestro martín pescador es difícil de ver, por lo que nos sorprendió la abundancia y facilidad con la que se avistaban estos martines pescadores blanquinegros, bastante ruidosos y estridentes. Les pudimos ver tanto en Luxor como en Assuan y en el Lago Nasser.


En general tuvimos suerte con la avifauna. Además de la garza real y los martines pescadores pudimos observar cormoranes, garcillas bueyeras, garcetas, avocetas, algún avetoro o cigüeñuelas como las de la foto de abajo.



No hubo suerte con anfibios o reptiles. Tampoco tuvimos demasiado tiempo para observar fauna. Nuestro viaje, como es natural, estaba centrado en la visita a templos y tumbas. La fauna es, en todo caso, algo accesorio en este tipo de viajes.


Es curioso leer en casi cualquier guía del país que éste no destaca demasiado por su fauna o flora debido a la gran superficie que ocupa el desierto. Nos costó mucho encontrar una guía que, a decir verdad, es un mero brochure bastante cutre. Tanto, como que no incluye ni nombres científicos de las especies que reúne. Regateamos un poco en el mercadillo de Kom Ombo y por lo menos nos hicimos con ella.


El hecho de considerar al Nilo un paisaje cultural implica que el factor humano es esencial a la hora de hacer un acercamiento al río. Y no sólo me refiero a la historia de las antiguas crecidas anuales que permitieron el florecimiento de una de las civilizaciones más impresionantes de la historia humana.

En la actualidad, son los pobladores de las riberas los que más llaman la atención (al menos, muchas de sus actividades) al turista que navega el Nilo.


Numerosas barcas de pesca, por ejemplo, aparecen por el camino. En algún caso, sorprende la técnica utilizada por el pescador. En la foto adjunta, un egipcio da, nunca mejor dicho, palos al agua con fuerza para acabar posiblemente con algún pez de gran porte (quiero creer).



En otros casos, los pescadores echan al río sus redes, seguramente para dejarlas a la deriva y recogerlas más tarde. Curiosamente siempre les vimos en el momento de echarlas, nunca recogiéndolas, por lo que no pudimos calibrar el tamaño de las capturas ni el tipo de las mismas.

En algunas partes del Nilo y sus canales sorprende que lo egipcios sigan pescando a la antigua usanza.

Sorprende, en cualquier caso, asistir a uno de los cinco rezos que los musulmanes están obligados a realizar a lo largo del día en la propia barca de pesca. A este hecho sí tuvimos la oportunidad de asistir. Pero para embarcaciones con encanto, sin duda, las falucas que recorren el río, especialmente en la parte de Assuán.


Estas barcas a vela (pero que posiblemente también tengan motor) están dedicadas al transporte de turistas pero también al transporte interno. Son muy numerosas y sus velas picudas aportan el componente que le falta al río para convertirse en inolvidable La verdad es que el viaje en faluca es una de las experiencias que ningún viajero po el Nilo debe perderse.


Sobre todo cuando el timonel de la misma tiene la gracia y el desparpajo que quien nos tocó. Bien es cierto que lo que buscan son las propinas con las que complementar su reducido pecunio, pero hay quien lo hace mejor y quien lo hace peor. En este caso, nos cantaron (y bailaron) un tema pegadizo que, vete tú a saber qué significaba. Pero consiguieron multitud de sonrisas y, claro, que les comprasemos unos cuantos collares y reproducciones de cocodrilos en madera.


La presencia del hombre no sólo ha cambiado el sentir del río. Ha cambiado, definitivamente, su curso. La gran presa de Assuan, como antes la presa de los ingleses, ha cambiado radicalmente el sistema biótico del Nilo. Quizá el país cuente ahora con electricidad suficiente pero a cambio los campos de cultivo no reciben el limo que les proporcionaban las crecidas anuales.. los campos de cultivo y los sistemas bióticos que de él dependían.



Además, la acumulación de agua evaporada ha provocado el llamado "mal de la sal" que perjudica a los monumentos. Y a esto se añade la bilarciosis, una esquistosomasis ocasionada por un parásito (un platelminto) y que está afectando en gran número a los egipcios.




En cualquier caso, recorrer el Nilo es una experiencia tan subyugante que será dificil que lo podamos olvidar en nuestra vida