13 de agosto de 2007

Elephas antiquus

La situación más cercana a la realidad podría ser la siguiente: hace aproximadamente 400.000 años, en pleno pleistoceno (en el paleolítico inferior si lo miramos desde una perspectiva más humana), grandes grupos de herbívoros se desplazaban hasta las zonas húmedas que ahora constituyen el Valle de Ambrona, en Soria, para aprovechar las excelentes condiciones climáticas y alimentarias de la zona.

Manadas de grandes proboscídeos, de caballos, uros y ciervos realizaban migraciones estacionales hasta llegar a las laderas de Ambrona, donde encontraban pasto y un lago de enormes proporciones. Entre los animales más espectaculares destacaba, sin duda, el elefante de defensas rectas (Elephas aniquus o Paleoxodon antiquus en su denominación antigua).

Sin embargo, al llegar épocas de sequía las cosas podían ponerse difíciles. Muchos de estos animales fallecían al no encontrar suficiente agua como para subsistir. Enormes elefantes caían muertos delante de las secas orillas del lago. Era entonces cuando, previsiblemente, la especie humana de la época, Homo erectus o quizá Homo heildelbergensis como el de Atapuerca, se acercase para aprovechar la oportunidad. Armados con armas líticas muy precarias, arrancában pedazos de carne de elefante para llevárselos a sus poblados.

Es poco probable que fueran capaces de cazar estos magníficos animales. Más bien ejercerían la labor de carroñeros, persiguiendo a animales moribundos para abastecerse de proteina animal.

En algunos casos, los cadáveres de los elefantes de defensas rectas quedaban enterrados de tal manera que la acción del tiempo y de la mineralización terminaron fosilizando sus huesos.

De este modo, a finales del siglo XIX, muchos miles de años después, el Marqués de Cerralbo se acercó a las obras de ferrocarril que se estaba construyendo entre Madrid y Soria para confirmar el hallazgo, en las cercanías de las localidades de Torralba y Ambrona, de enormes huesos de animales antediluvianos.

Desde aquel momento, numerosós investigadores han probado a buscar en los estratos paleolíticos de Torralba y Ambrona pistas sobre nuestros antepasados remotos, así como de su coexistencia con la fauna contemporánea de la zona. Los restos hallados se encuentran repartidos por todo el globo. En Madrid,en el Museo de Ciencias Naturales y en el Museo Arqueológico Nacional (foto), en el Museo Numantino de Soria e incluso en Washington. También en el propio Yacimiento se pueden observar algunas piezas de interés.

El protagonista es, por supuesto, Elephas antiquus. Se trataba de un elefante de mayor tamaño que el Elefante africano actual (Loxodonta africana). Un ejemplar macho adulto podía sobrepasar con facilidad los 4,5 m de alzada y las 5 toneladas de peso. Lo más sorprendente, sin duda, eran sus enormes defensas que, a pesar de su nombre, no tenían porqué ser rectas. Pero en ningún caso llegaban a la disposición y curvatura de los colmillos de los mamuts, compañeros de Era.














Los elefantes europeos de la época están representados por cuatro especies:Mammuthus meridionalis, Elephas antiquus, Mammuthus primigenius, (los tres, en el dibujo de al lado) y Mammuths trogontherii. Los más conocidos son los mamuts, adaptados al frío con su pelaje lanudo, sus orejas pequeñas y su gruesa capa de grasa. Sin embargo, eran más pequeños que nuestro elefante de defensas rectas.

Elephas antiquus vivió hasta hace aproximadamente 70.000 años, desapareciendo al igual que muchas de las especies contemporáneas con las que aparece mezclado en el Yacimiento de Ambrona y Torralba. El pequeño (pequeñísimo) Museo Paleontológico del Yacimiento (sin duda, lo más llamativo es la reproducción a tamaño natural del elefante de defensas rectas del exterior) presenta algunas piezas curiosas, en particular, colmillos, vértebras, fémures o piezas dentales.

Lo que más llama la atención es la reproducción de uno de los hallazgos más sobresalientes, una concentración de fauna hallada en 1963 en la que, a juzgar por las defensas, se conservan restos correspondientes a 3 ó 4 elefantes, una hembra, un macho joven y uno o dos adultos.

La longitud de las defensas de un ejemplar adulto superaba normalmente los tres metros. Eran colmillos grandes y robustos, bastante rectos y ligeramente curvados en el extremo. Las defensas de las hembras solían ser más finas y más cortas.

Este elefante antiguo vivió en casi toda Europa en los periodos climáticamente benignos del Pleistoceno medio. En los climas fríos del norte era sustituido por los mamuts.

Estos elefantes necesitaban beber mucha agua, entre 100 y 200 litros diarios, para digerir el alimento y para regular correctamente la temperatura corporal. Ésta es una de las razones por las que tan abundante era en el actual valle de Ambrona, un gran lago en el Pleistoceno.